Los grandes también sufren, al menos en el Tour de Francia. A muchos de los mejores corredores de la historia del ciclismo mundial les sobró un año en el Tour, el último. Saber dejar una carrera deportiva a tiempo no es fácil. Nunca se sabe cuál es el momento idóneo, la respuesta física que se va a dar, aunque siempre hay signos que pueden poner en alerta a un ciclista.
El caso de Lance Armstrong es el más ilustrativo. Tiene el récord de victorias en la prueba con siete triunfos. En 2005, desde lo alto del podio de París, lo dejó. Volvería a la competición tres años después en 2009. Finalizaría tercero, cobijado por Contador. En 2010 iba a correr, y lo está haciendo, el que va a ser el Tour de su despedida, que ha terminado por convertirse en un suplicio.
Es cierto que no se ha podido presenciar su verdadero valor puesto que las dos caídas que sufrió camino de Avoriaz le dejaron mermado. La realidad es que saldrá por la puerta falsa de la carrera que le dio la gloria a nivel mundial.
El podio final lo tendrá que ver en la televisión el ciclista estadounidense, ya que se encuentra muy alejado de la general pero seguro que intentará despedirse ganando alguna de las últimas etapas.
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